El un lugar donde prefiero no acordarme, las personas ciegas las llevan al vestíbulo de la Gran Mezquita, para que pasen el día. Allí rezan, y también reciben peticiones de rezos. Algunos de los ciegos los consideran sabios y se les pide consejo. Un turista estuvo una semana recogiendo consejos. Esta es la historia de los ciegos sabios.

16 abril 2008

500 martillazos















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Permanecí embobado (mi esposa dice que esta es una de mis más obstinadas habilidades), horas y horas viendo como se fabrican picos. Con extraordinarios certeros golpes de martillo dos herreros iban moldeando un trozo de hierro en el utensilio más preciado en la construcción: el pico, hermano inseparable de la pala. Para que mi ciego no se aburriera, le estuve explicando lo que veía:
"Dos hombres trabajan fuera, en la calle, en el suelo. Un ayudante les trae la pieza al rojo vivo, tal como les llega empiezan los martillazos, no hay mucho tiempo, en un minuto (lo estuve comprobando yo mismo), hay que volver la pieza a la fragua para volverla a calentar y hacerla nuevamente maleable. La peor parte se la lleva un niño de apenas 10 años, cuya única labor es estar dentro, de espaldas a todo, montado en una bicicleta, que no anda, insufla aire que va directamente al núcleo de fuego, que ha de servir para calentar el hierro. A mi este niño me dio mucha pena, el otro chaval, más mayor, pues iba de la fragua al puesto de martilleo, iba casi como de paseo, los que martilleaban estaban a plena luz del día, y entre ida y venida de la pieza, podían distraerse hablando o mirando a la gente pasar, pero el niño estaba de espaldas al mundo, frente a una pared imposible de estar más sucia, y pedaleando a ninguna parte.
Recordé mis brevísimas etapas de apuntarme a un gimnasio, ponerme delante de una tele y pedalear también a ninguna parte. Que ironía !!! Solo nos parecíamos en una cosa, que yo no cobraba nada por el pedaleo, y él cobraba casi nada por el pedaleo, entiéndase casi nada como la cantidad más próxima a la nada. El niño más delgado ya no podía estar... y yo... a veces pensaba que si no tuvieran clavada aquella bicicleta en el suelo, ésta, ante mi peso, huiría presa de terror".
El ciego me preguntó cuál era mi trabajo:
Mi trabajo consiste en buscar explicaciones sensatas de por qué las fotocopiadoras que yo vendo, valen el doble que cualquier otra del mercado. Como se puede fácilmene comprobar, todas las fotocopiadoras sospechosamente se parecen, como si todas hubieran salido de una misma cadena de montaje (de hecho yo creo que existe una única fábrica en el mundo, dos a lo sumo). A continuación hago una pequeña lista de argumentos que hacen nuestra fotocopiadoras distintas a las otras, todos ellos argumentos más que suficientes para pagar el doble:

    • Trabajan con alegría (no es muy buen argumento, pero lo uso)
    • Protegen el medio ambiente.
    • Los colores son más brillantes, más nítidos, y más realistas.
    • Los técnicos del servicio técnico son ingenieros.
El problema es que hay meses que no vendo las 6 necesarias, para que mi sueldo no sea ridículo, y encima tengo que soportar a mi jefe que me dice que "hay que luchar contra el mundo para cambiarlo, y, no lo dudes, puedes cambiarlo si lo crees, este mes no te lo has creído y mira como te ha ido.."
Los mejores meses de los últimos años, fueron aquellos que recién salido mi jefe de un curso de liderazgo, cuando no se vendía lo mínimo exigible, me decía: "Tu trabajo es muy bueno, muy bueno, pero hay que limar ciertos aspectos de tu trato con los clientes, porque no estamos llegando a él adecuadamente". A continuación me preguntaba por mi familia y por el perro que adoptamos perdido en el bosque. O sea, era un refuerzo positivo, decía lo contrario de lo que pensaba, parece ser que el buen líder dice lo contrario de lo que piensa, lo cual, si es cierto, es para pensárselo, sobre todo en política. El tema del refuerzo positivo duró 6 meses que fueron flojitos, a continuación volvió a lo de antes, a dar martillazos, a diestro y siniestro, que él no sabía si era mejor, pero se quedaba más descargado de adrenalina.
Absorto en mis pensamientos me olvidé de mi interlocutor, el cual, me dijo que cada día, empezara el día con esta oración.
Tu eres el padre invisible, el que nos escucha y nos ve, el que sabe lo que pensamos y lo que queremos hacer... Bendícenos cada día, porque necesitamos tu guía para hacernos más seguros y confiados.
Y... (pensé) y buenos vendedores ...